09 junio 2009

Alma de seda, manos de espina


Segunda parte

Observando a mi alrededor noto una pequeña casa rodeada de orquídeas de todo los tipos y colores, se notaba, por lo limpio de sus hojas, que eran cuidadas con esmero. Me acerco y escucho risas que se convirtieron en azúcar para mi "hormiga" curiosidad.


Entro y veo cuatro muchachas de edades muy cercanas y un muchacho algo mayor que ellas, se nota a distancia que son hermanos, no por el parecido físico sino por sus semblantes risueños

Decido entrar en la muchacha que tenía cerca, cruzo por en medio de aquellos despejados ojos color café claro y me encuentro con miles de colores de alegría, me divierto atravesando la transparencia de su ser, brincando entre los recuerdos añorados de familia y amigos.

Algo me llama la atención, una negra y gruesa espina clavada en medio de su alegría, justo en la montaña del amor más antiguo, me da lástima y en un estúpido intento trato de sacarla de ahí, pero, apenas la toco recorre en mi y en ella un dolor intenso, profundo y cruel. Asustado y avergonzado huyo por la primera lágrima de sus ojos.

Es tanto el dolor que siento que casi me detengo y dejo existir, sin embargo continuo y mientras me alejo juro al cielo tener más cuidado, porque las almas son de seda y las manos espinosas.

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