Caminas todos los días pero ese día tropezaste
mientras te lames las heridas te llueven los por qué?
El miedo te invade en medio de tu desorientación
En ese momento algún cabello pierde su color
y la chispa de tu ojos se apaga por un fuerte viento
con tu compacta concentración intentas devolver el reloj
pero este sin tener la decencia de volverte a ver
sigue su camino constante y exacto.
Se arma una discusión a gritos en la pensión de tu pecho
mientras del cielo caen sencillas y ligeras, pero asfixiantes,
las posibles acciones que debiste o no hacer.
Mientras te hundes en la miseria auto-generada
te das cuenta que cavando no vas a llegar a China
y es en ese preciso momento cuando inicias
el cansado y lento pero reconfortante ascenso.