cuando la cama esta muy fría,
cuando abunda el silencio,
cuando llega a mi mente un chiste que no te había contado,
cuando no me acuerdo del nombre de algún conocido,
cuando, en la casa, doblo las esquinas con cuidado para no chocar contigo.
Es en ese momento que masajeo los recuerdos en mi pelo,
dejo que la herida sangre un poquito para que no encone,
rumio el dolor un par de segundo y luego
dejo que se vaya la ardiente barcaza fúnebre
tal vez impulsada por el viento de una palabrota,
después doy media vuelta y sigo caminando de cara al viento.